Del agresivo discurso de Chávez en la ONU a la cruzada por estar en el Consejo de Seguridad: una flagrante contradicción
El gobierno venezolano inició desde principios de año una cruzada internacional para reunir los votos suficientes para ingresar como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Previamente, en la asamblea general de la ONU del pasado año, y en la del presente, realizada en septiembre, el presidente Chávez dio sendos discursos donde subrayó el fracaso de dicha organización internacional, así como su carácter antidemocrático. Pero en su discurso del pasado mes en New York, fue aún mucho más duro contra dicho organismo y especialmente contra el gobierno de Bush, levantando sus palabras un revuelo internacional, muy particularmente en Estados Unidos, donde las opiniones sobre su alocución estuvieron divididas. Simultáneamente, presentó una serie de medidas para reformar dicha institución multilateral.
Esta cruzada a la que hacemos referencia, tuvo como instrumento central de negociación la riqueza petrolera venezolana. Distintos acuerdos económicos se firmaron con diversos países y empresas transnacionales, en aras de lograr el consenso para ingresar al Consejo de Seguridad. Sin embargo, estos convenios mediante los cuales se comprometen los recursos naturales del país, especialmente en los ámbitos gasífero y petrolero, no fueron discutidos con los trabajadores de nuestra principal industria, y mucho menos, sometidos posteriormente a la consideración del conjunto del pueblo venezolano, soslayándose así la tan cacareada “democracia participativa y protagónica”, contemplada en la constitución.
La ONU es un aparato contrarrevolucionario al servicio del imperialismo
Por otra parte, es necesario ir al fondo del problema y preguntarnos: ¿qué es en esencia la ONU? Y particularmente, ¿cuál es la naturaleza de su Consejo de Seguridad? ¿Por qué Venezuela debe estar representada en ese organismo? ¿Valía la pena firmar acuerdos petroleros y gasíferos con empresas transnacionales, sin previa consulta con los trabajadores y el pueblo, para obtener los votos necesarios para ingresar a dicho organismo? Visto el desenlace final, en el que Venezuela no logró los votos necesarios para ingresar al Consejo de Seguridad, y terminó negociando con Guatemala el ingreso de Panamá, las preguntas anteriores cobran particular importancia.
Para Lenin, la Sociedad de Naciones, antecedente histórico de la ONU, era una “cueva de bandidos”, mientras que para el Ché Guevara, la Organización de Estados Americanos, organismo equivalente a las Naciones Unidas en América Latina, era un “ministerio de colonias de los Estados Unidos”. Hoy tendríamos que decir que la ONU es una “cueva de ladrones” y un “ministerio de colonias del imperialismo y las transnacionales a escala internacional”.
Efectivamente, eso es la ONU y todos los demás organismos multilaterales creados después de la Segunda Guerra Mundial, los cuales están supeditados a los designios imperialistas de Estados Unidos y las demás potencias. Y más aún su Consejo de Seguridad, que es una cúpula antidemocrática y restringida, donde el poder de veto de Estados Unidos se impone por encima de cualquier otra intención.
Ingresar al Consejo de Seguridad contradice discurso de Chávez en la ONU
Resultan a lo menos contradictorios, los discursos de Chávez en las Naciones Unidas, y su denuncia como organismo antidemocrático, y la tibia política que se propone para reformarlos, así como el afán de ingresar a un organismo que en esencia es el “Estado Mayor” internacional del imperialismo, donde se fraguan las políticas y acciones bélicas contra los pueblos del mundo.
Su reciente discurso en la ONU tuvo un tremendo impacto antiimperialista en muchos lugares del mundo, y muy especialmente en los Estados Unidos, donde una parte importante de la población -50%, según las encuestas- compartió el rechazo a Bush. Igualmente denunció el carácter antidemocrático del organismo. Sin embargo, sus propuestas de reforma no trascienden el marco institucional, y no rompen con el imperialismo, mucho menos la insistencia en tratar de ingresar al Consejo de Seguridad como miembro no permanente, lo cual significa estar sólo dos años en dicho organismo, prácticamente imposibilitado de hacer absolutamente nada, limitado por el poder de veto de Estados Unidos.
Ingresar al Consejo de Seguridad creyendo que es posible cambiar desde adentro este organismo hecho a imagen y semejanza del imperialismo yanqui, o de ser una voz discordante en su Consejo de Seguridad es a lo menos, una tremenda ingenuidad, cuyo intento infructuoso, creemos que ha resultado demasiado costoso económicamente para el país. Más aún si consideramos que el acuerdo con Guatemala ha significado el ingreso del gobierno neoliberal de Martín Torrijos, el cual recientemente auspició un referéndum para la ampliación del Canal, apoyado por el empresariado panameño y las transnacionales, a través del cual Estados Unidos continuará prolongando su control sobre el mismo. Gobierno que supuesto, no garantiza la más mínima independencia en el Consejo de Seguridad, respecto a las transnacionales y el imperialismo.
En realidad, estar en la ONU sólo puede servir para denunciar abiertamente en el seno de la asamblea general su carácter reaccionario y antidemocrático, al servicio de los intereses del imperialismo y las transnacionales, así como la necesidad de destruir este aparato contrarrevolucionario en el marco de la lucha mundial de los trabajadores y los pueblos por su emancipación del capitalismo.
No sólo de palabras vive el hombre
Compartimos en general los términos antiimperialistas del discurso de Chávez en la ONU, no obstante, creemos que esto debe ser acompañado por medidas del mismo corte en el plano nacional.
Chávez no es el primero que denuncia abiertamente al imperialismo en la asamblea general de la ONU. Antes el Che Guevara y Fidel Castro en el marco de la Revolución Cubana lo hicieron, sin embargo, sus discursos iban acompañados de medidas antiimperialistas que se materializaban en la expropiación de las transnacionales al calor del proceso revolucionario.
En Venezuela esto aún no se concreta. Creemos que a los discursos encendidos contra el imperialismo deben corresponderse medidas que afecten directamente sus intereses.
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