Toda la derecha golpista, sus partidos,
Ya las viejas consejas reaccionarias según las cuales el Estado le quitará los niños a los padres, que Venezuela será otra Cuba, y otras sandeces absurdas, comienzan a dejarse oír en los medios de comunicación, a través de doctos sinvergüenzas a los que nunca les interesó la educación de los hijos de los trabajadores y el pueblo.
Un simple anuncio de reformas que eventualmente podrían acercar el hecho educativo a los pobres, a los excluidos y marginados de siempre, llevando con ello la lucha de clases al seno mismo del aparato educacional, los aterra y les hace pegar el grito al cielo.
La carreta no va delante de los caballos
Sin embargo, creemos que una “educación socialista” –como ya en la década del 30 planteó Lázaro Cárdenas en México, en el marco del capitalismo- no es posible ni viable mientras las bases económica, social y política de la sociedad sean burguesas y capitalistas. Una genuina educación socialista sólo podría concretarse sobre la base de la expropiación de la burguesía y las grandes trasnacionales, y la organización del conjunto de la sociedad a partir de la socialización de los medios de producción bajo control de los trabajadores y el pueblo. Y ese proceso debe incluir la socialización de todas las instituciones educativas privadas, las cuales deben funcionar bajo la gestión de los maestros, los trabajadores y las comunidades, unificándose la educación en un sólo sistema público, gratuito y universal.
La educación, como todos los demás aspectos de la vida en el marco de una sociedad burguesa, tiene un carácter de clase. Y sólo con la conformación de un gobierno de los trabajadores, los campesinos y el pueblo, que arrebate el poder político, económico, militar, comunicacional y cultural a la burguesía y al imperialismo, se podrá comenzar a transitar el camino de la transformación socialista de la educación.
Llevar la lucha de clases al proceso educativo
No obstante lo anterior, el planteamiento hecho por el gobierno de iniciar algunas reformas en la educación del país, podría ser una brecha a través de la cual se produzca un proceso de lucha social en el seno de las escuelas, liceos, universidades, y en el conjunto de la sociedad, que abra la lucha revolucionaria dentro de dichas instancias, destruyendo el conservadurismo, los dogmas, el formalismo y los lugares comunes; permitiendo así que las instituciones educacionales comiencen a ser hervideros de ideas y laboratorios de conciencias revolucionarias entre los niños y jóvenes, en el marco más general de la lucha por el poder político de los trabajadores y el pueblo.
Si bien las reformas planteadas no significan aún el establecimiento de una “educación socialista”, la cual, como ya decíamos, no será posible sino en el contexto de la transformación del conjunto de la economía y la sociedad, sin embargo, pueden servir para abrir un proceso de debate y de lucha política y social que permita que el sector educativo también sea impactado por el proceso revolucionario que vive el país.
Una educación socialista no es posible sin satisfacer las reivindicaciones laborales
Por otra parte, la lucha por una educación democrática y de acceso libre y gratuito para los hijos de los trabajadores y el pueblo, que contribuya a la pelea por una Venezuela Socialista, supone la satisfacción de las principales reivindicaciones económicas y sociales de maestros y trabajadores.
No es posible hablar de “educación socialista” mientras se mantengan los bajos salarios de los maestros y docentes de educación media y universitaria; sin libertad para que los trabajadores de la enseñanza se organicen sindicalmente; sin presupuesto justo para toda la educación, sea esta básica, media o universitaria.
…y sin la participación democrática de maestros, padres, comunidades y alumnos
Pero tampoco se puede hablar de “educación socialista”, si desde el Ministerio de Educación se decreta un nuevo proyecto educativo nacional que no ha sido discutido con las comunidades, los padres, maestros y alumnos, o si se aprueban nuevas leyes de educación y educación superior, en cuya discusión y elaboración no participen los protagonistas del hecho educativo.
En tal sentido consideramos que las nuevas leyes de educación y el proyecto educativo nacional deben someterse a la discusión de las organizaciones sindicales del magisterio y de los docentes universitarios, así como también a las organizaciones comunitarias, a los centros de estudiantes, a las federaciones de centros y a los padres y representantes.
Por un proyecto educativo nacional discutido con los maestros, trabajadores y comunidades
La transformación del proceso educativo sólo puede ser parte de la transformación radical de la economía y del conjunto de la sociedad, y debe suponer la discusión democrática de un proyecto educativo nacional en el que participen, los maestros, los trabajadores, comunidades, padres y alumnos.
En lo inmediato, si efectivamente se quiere acometer un proceso transformador de la educación, es necesario aumentar sustancialmente los salarios de todos los trabajadores de la enseñanza a todos los niveles; incrementar el presupuesto educativo para posibilitar los aumentos de sueldos, dotar de equipos, materiales y laboratorios a las instituciones educativas, destinar recursos en las universidades para la reposición de cargos docentes y administrativos, y decretar el libre acceso de los estudiantes a las universidades, eliminando todas las pruebas de admisión; impulsar junto a
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