La extraordinaria movilización popular del 4 de febrero pasado, y la triste y escuálida marchita de los golpistas, son un termómetro que pone nuevamente en el tapete la debilidad de la base social del golpismo y la poderosa iniciativa del movimiento obrero y popular, que sigue contando con una gran disposición para la lucha consolidada con los reiterados triunfos frente al golpismo. Dicha movilización y el discurso del presidente Chávez, nos animan a discutir algunas de las cuestiones planteadas por éste. Chávez planteó en su alocución conmemorativa de los 12 años del golpe del 4 de febrero de 1992, palabras más palabras menos, que este acontecimiento fue el quiebre de la historia política del país; que el 4F significó la muerte del Pacto de Punto Fijo y del pasado. No se puede negar que aquel acontecimiento estrictamente militar, fue una expresión más de la crisis social y política por la que atravesaba el país. Al interior de las Fuerzas Armadas también se manifestaban las contradicciones de clase y el hervidero social que había hecho eclosión dramáticamente el 27 de febrero de 1989. De la historia es importante extraer las conclusiones más ajustadas a la realidad, a fin de comprender el presente a cabalidad y dar las respuestas políticas más acordes con la situación. Sin lugar a dudas, el "sacudón" o el "caracazo", como también se le conoce, fue el verdadero punto de inflexión de una aguda crisis política, social y económica, que ya había tenido otras expresiones, en el terreno electoral con la abstención y en el económico con la llamada crisis del "viernes negro" en febrero de 1983. Estos diversos acontecimientos, junto con los intentos de golpe militar de febrero y noviembre de 1992, pusieron en evidencia el agotamiento del modelo de "Punto Fijo" establecido a la caída de la dicadura perezjimenista. Pero cada situación debe evaluarse en sus justos términos. La asonada militar de febrero de aquel año, así como la de noviembre, fueron acciones militares aisladas del movimiento de masas. No empalmaron con las luchas cotidianas que los trabajadores, los estudiantes y el movimiento popular desarrollaban desde 1989 contra el paquete neoliberal instrumentado por Carlos Andrés Pérez y su gabinete de Iesa Boys, por el contrario, estas acciones buscaban conquistar el poder político mediante las armas sin contar con la lucha de masas. En rigor, dichos intentos golpistas fueron consecuencia del estallido social de febrero de 1989, constituyéndose este último en el verdadero quiebre histórico de la democracia representativa basada en el Pacto de Punto Fijo. Algunos oficiales que acompañaron a Chávez para aquél entonces, como Luis Valderrama y Jesús Urdaneta Hernández, atribuyen a Chávez la causa de la derrota al haberse rendido. En realidad, el fracaso del golpe estuvo determinado por la falta de movilización popular y el aislamiento de la acción militar. Todavía uno recuerda como la población de Caracas aplaudía cada bomba lanzada por los aviones rebeldes durante el golpe de noviembre contra los símbolos gubernamentales, pero como un espectador más, como si se estuviera viendo una película pero sin participar activamente en las acciones. Cabría contrastar esto con lo acontecido posteriormente el 11 de abril del 2002 y durante el paro-sabotaje petrolero. En estas dos ocasiones, a pesar de no contar el pueblo y los trabajadores con armas, fue la movilización masiva y firme la que permitió el retorno de Chávez al gobierno y la restitución de las libertades democráticas cercenadas por el golpe fascista; así como la recuperación de la empresa petrolera y el aplastamiento de los golpistas. En ambos casos, fue la movilización y la presión popular, las que posibilitaron la incorporación de importantes sectores militares y de la clase media a la lucha, así como la neutralización de los sectores golpistas todavía existentes en el seno de la Fuerza Armada. Lo que sí queda claro es que a través de la lucha y la movilización de masas es como los trabajadores y el pueblo pueden lograr sus objetivos, tal como se expresó distorsionadamente y sin dirección ni objetivos específicos en el "caracazo", evento de proporciones históricas que marcó el comienzo del fin para el Pacto de Punto Fijo. Y se puso nuevamente en evidencia el 13 de abril del 2002 y en los días del paro-sabotaje petrolero. Publicado originalmente el 8-2-2004 |
martes, 20 de febrero de 2007
A propósito del 4 de febrero de 1992: una polémica necesaria con Chávez
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1 comentario:
Ciertamente, Miguel Ángel, lo afirmado en tu artículo refleja parte de una historia que ha sido obviada. Así, el asesinato de los estudiantes y del Cabo del Ejército en Naguanagua es soslayado por la nueva historia oficial que desea establecer que las insurgencias del 4 de febrero y del 27 de noviembre se debieron a militares patriotas únicamente, habiendo sido evidente la participación de civiles en ello. Su fracaso tiene su origen en las indecisiones y los recelos de los militares hacia los ex guerrilleros y gente de izquierda que nos sumamos a este movimiento, sobre todo, a partir de 1990 cuando así lo decidiéramos en Barquisimeto, previo a la Semana Santa de ese año.-
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